¿Qué es un esguince de tobillo?

Es una distensión, ruptura parcial o total del ligamento que se produce por un movimiento forzado, con puesta en carga en el que hay una flexión plantar e inversión (movimiento del tobillo hacia abajo y hacia el interior). Los ligamentos sirven como estabilizadores de una articulación. En la mayoría de casos de los esguinces de tobillo se corresponden al ligamento lateral externo y generalmente, al fascículo anterior: el ligamento peroneo astragalino.

¿Cómo se diagnostica un esguince de tobillo?

Es necesario realizar un examen físico con un especialista para determinar el nivel de la lesión. Durante las pruebas físicas el médico puede mover la articulación del tobillo de varias maneras para comprobar el rango de movimiento.

Luego de determinar el nivel de la lesión se solicitan radiografías, para descartar una fractura ósea y ecografías para determinar lesiones en tejidos blandos como ligamentos y tendones o daños en la superficie de la articulación del tobillo.

Los tipos de grados de lesión de esguinces son los siguientes: 

Primer grado:
Se produce una pequeña distensión ligamentosa, con posibilidad de ruptura de alguna fibra. Poco dolor, sin hematoma (o hematoma escaso) y sin inestabilidad objetivable.

Segundo grado:
Apreciamos rupturas parciales del ligamento. Solemos observar equimosis y hematoma, con dolor localizado en la zona externa y cierto grado de inestabilidad al caminar o al estar de pie. Los signos inflamatorios son moderados.

Tercer grado:
Se produce la ruptura completa del ligamento y hay una inestabilidad importante de la articulación. La inflamación y el dolor son considerables.

 

¿Qué tratamientos hay?

Cuando ya tenemos el diagnóstico clínico realizado podemos comenzar el tratamiento, que irá encaminado a evitar la inestabilidad de tobillo (el riesgo de sufrir un esguince de nuevo es mayor en los 12 meses siguientes, de ahí la importancia del tratamiento curativo y preventivo en este periodo de tiempo).

El tratamiento con osteopatía deberá comenzarse de inmediato, ya que este primer momento es de vital importancia para evitar complicaciones posteriores. Lo más importante es eliminar los bloqueos articulares.

El tratamiento básico en fase aguda el cual será lo primero que te recomendará tu traumatólogo, consiste en:

Hielo: es importante, ya que limita la movilidad y hay peligro de estasis sanguíneo.
Reposo: Es muy importante para eliminar toda carga adicional sobre el tobillo.
Compresión: La colocación de un correcto vendaje hará que el paciente no fuerce sobre el ligamento dañado y servirá para eliminar la inflamación localizada y también estabilizar la articulación.
Elevación: Evitará mayor inflamación y descarga tensión en el tobillo.

Su fisioterapeuta u osteópata primeramente trabajará sobre los síntomas de inflamación y equimosis.
Cuando el ligamento ya esté cicatrizado comenzaremos a trabajar sobre la cicatriz y así conseguiremos un efecto analgésico y otro mecánico ya que trabajaremos la reordenación de fibras de colágeno evitaremos la formación de adherencias.

Se trabajará la musculatura periférica del tobillo, sobre todo los músculos implicados en la eversión (tibial anterior, músculos peroneos y extensor largo de los dedos).

Después empezará el tratamiento osteopático, será imprescindible el tratamiento osteopático del pie y de toda la cadena lesional en el caso de encontrar restricciones de movilidad. Se manipula el tobillo: articulación de la tibia, talón y arco del pie (par escafoides-cuboides), la cabeza del peroné posterior, la pelvis (iliaco en rotación posterior) y L2 y más alto si fuese necesario. Así restauraremos el equilibrio articular. El tratamiento osteopático será por tanto muy importante puesto que, si no se realiza, con el tiempo la cadena lesional permanecerá y provocará adaptaciones y futuras lesiones a otros niveles.

Finalmente, cuando el ligamento ya haya cicatrizado completamente comenzaremos a trabajar la propiocepción.

La propiocepción es la cualidad que nos permite apreciar nuestra posición, nuestro equilibrio y sus cambios en el sistema muscular. Nuestro sistema nervioso es quien controla de forma automática la situación de nuestras piernas y pies y va ajustando los cambios necesarios para mantener el equilibrio.

Se realizarán ejercicios de propiocepción en apoyo unipodal (con ojos abiertos y cerrados) y sobre plataforma inestable. Haremos uso de vendajes funcionales si es necesario hasta que consideremos que el ligamento está recuperado y haya una total estabilidad articular.

Bajo ningún concepto se debe realizar la inmovilización completa del tobillo (escayola); esto impedirá el trabajo directo para el tratamiento de los síntomas y acentuará más la cadena lesional que se produce biomecánicamente y como consecuencia alargará el período de baja.